Tarazona: la conexión aragonesa de Balenciaga que derriba mitos
Historia indiscutible de la moda internacional, Cristóbal Balenciaga añade a su aura de modisto revolucionario y extremadamente minucioso la de último de su casta, postrero ejemplo de la época más dorada de alta costura.
De hecho, el cierre en el año 1968 de su ‘atelier’ parisino –debido a su incapacidad (o consciente negativa, según versiones) para aceptar los cambios que supuso el ‘prêt à porter’– simboliza el cambio de era para los numerosos estudiosos de la vida y carrera del modisto español.
Sin embargo, esta teoría empieza a ser puesta en solfa en la actualidad. Para saber el porqué hay que viajar a Aragón, en concreto a Tarazona, donde Balenciaga protagonizó la que acabaría siendo su última aventura empresarial.
El diseñador zaragozano Enrique Lafuente lleva años recopilando datos sobre este momento de la vida del modisto, breve pero según sus últimas investigaciones muy significativo. Según sostiene Lafuente, “Balenciaga aceptó hacer una línea de prêt-à-porter, lo cual rompería ese mito de que se negaba”. El paso de Balenciaga por Tarazona ya quedó acreditado en la exposición ‘El siglo de Balenciaga’, que pudo verse en el IAAC en 2019, pero es recientemente cuando Lafuente ha estado en disposición de añadir algo más de información. “Balenciaga fue presidente del consejo de administración de Textil Tarazona desde el 13 de marzo del año 71 hasta su muerte, poco más de un año después”, recuerda Lafuente. A la compañía aragonesa, entonces una potencia del sector con más de mil empleados, había llegado un poco antes de la mano de su paisano y amigo Jesús Azcárate. Este empresario, a su vez, se había hecho con Textil Tarazona tras la muerte en accidente de tráfico del que fuera su fundador, José Gutiérrez Tapia.
Ciclo completo
La factoría fabricaba a ciclo completo: “Facturaba desde hilo u ovillos de lana hasta productos acabados, ropa o incluso alfombras. Por ejemplo, la moqueta del hotel María Cristina de San Sebastián se fabricó allí”.
Azcárate, que toma el mando cuando la crisis de textil asomaba por la puerta (la propia Textil Tarazona había pasado una en el año 66), tiene sin embargo muchos planes para su nueva adquisición. Entre ellos introducir la moda a su más alto nivel. Bien relacionad, mantiene una amistad de años con Balenciaga y con su pareja, Ramón Esparza. Se genera así un triángulo creativo-empresarial que es el que acabaría situando a Balenciaga en la novedosa senda del ‘prêt-à-porter’.
“Balenciaga estuvo semanas en Tarazona trabajando, yo calculo que en la primavera del 71. Era una zona que conocía bien, porque solía tomar las aguas en el balneario de Fitero (padecía de los huesos y los médico le recomendaban los aires secos del Moncayo). Me consta que estuvo probando prototipos de creaciones a varias empleadas”.
Lafuente lo tiene claro: “No se retiró al cerrar el taller de París, como se suele sostener, sino que siguió trabajando hasta que murió repentinamente de un infarto”. Duda asimismo de la tesis más común que plantea como “anecdótica” su presencia en Tarazona. Su papel en la empresa textil de la capital del Queiles fue mucho más ejecutiva de lo que se pudiera pensar. “No creo que se sentara en el consejo de administración sin más, si hubiera pensado en retirarse no se mete en este tinglado, testigos presenciales aseguran que se implicó”, cuenta Lafuente.
Moda de altos vuelos
En realidad, tras el cierre de su taller y antes del proyecto turiasonense, Balenciaga hizo un trabajo muy ajeno a la alta costura: los uniformes de las azafatas de Air France. Eso sí, aplicando la misma minuciosidad de la alta costura: “Hizo cerrar un hangar entero para probar los modelos uno a uno a las azafatas”, recuerda Lafuente quien señala que este episodio recuerda mucho a los pasos que siguieron algunos contemporáneos: el turolense Pertegaz, por ejemplo, también diseño uniformes de azafata, en su caso de Iberia.
“Es cierto que Balenciaga no se fiaba del tallaje industrial”, admite Lafuente para quien, sin embargo, esto no es prueba de que le diera la espalda a las nuevas manera de hacer moda. “Lo de Tarazona no fue un proyecto para estar entretenido en la jubilación, pero la muerte le llegó de sopetón, su legado pasó a la familia y Esparza, un gran apoyo del modisto en este nuevo proyecto pasó a un segundo plano”.
En mayo 1976 se produce la gran crisis mundial del petróleo. Un año más tarde, el INI compra el 51% del accionariado de Textil Tarazona a Jesús Azcárate. La DPZ y la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza también entran en la empresa. En 1985, el INI la vende al grupo Entrecanales , quien trata de reflotarla pero ya está herida de muerte. En 1998 se cierra definitivamente
El paso de Balenciaga por Tarazona será próximamente objeto de un documental para el que Enrique Lafuente sigue recogiendo información. Aquellos que tengan algún dato acerca de Balenciaga y su paso por Textil Tarazona durante ese año 1971-72 pueden ponerse en contacto en cuenta de Instagram @baturrobizarro o en el correo electrónico [email protected].